18.2.11

Iruya, y la aventura de llegar

Llegué, finalmente, luego de una odisea. Tal cual habían pronosticado, el camino se complica con lluvias, y había llovido en la zona ayer por la mañana un poco. Resultó que el camino era un laberinto para el conductor y que varios ríos (riachos) que había que cruzar habían crecido. ¿Qué se hace?, se preguntarán mis estimados lectores. ¿Volvemos? ¿Damos aviso?... No! Bajamos las 40 personas que íbamos en dos micros y tiramos piedras al río hasta hacer dos caminos rocosas por los que puedan pasar las 4 ruedas de los micros.

Después de esta esforzada aventura, pudimos seguir camino. Sobre los 4000 metros en un mirador en el límite de Jujuy y Salta. Algo más de curvas y caminos de ripio hasta llegar (5 horas más tarde de los previsto) a Iruya. Cansado, pero feliz. Finalmente en la pequeña placita, frente a una coqueta iglesia de cúpula azul y una vista del valle imborrable.

Llegué a la casita de piedra que me esperaba, comí mi docena de empanadas de rigor y me tiré a descansar (a descansar los brazos de tanto revolear piedra) hasta hoy. Sigo recuperando el aire, en la cima de un cerro, cerca de la antena con señal. Veo un paisaje hermoso, dan ganas de quedarse. Esto es la felicidad.

1 comentario: