9.12.10

Sauna


El viaje fue largo. Largo. Muy largo. El micro se quedó sin aire acondicionado justo cuando atravesábamos Santiago del Estero. Si hubiera estado en bolas y con una toallita atada a la cintura, hubiera tenido sentido, pero con la remera empapada y pegada al pecho, ese sauna no se justificaba.

Paramos en una localidad santiagueña inimaginable llamada Ojo de Agua, apenas cruzando la frontera cordobesa. Era una desolación, eran las 9 de la mañana y el calor hacía reflejos sobre el monte desolado. Debía hacer unos 35°, fácil. Todo el micro se apretujó abajo del único techo de un improvisado paradero que no alcanzaba la categoría de terminal. Calor arriba, calor abajo.

Llegamos a San Miguel de Tucumán a eso de las 17, después de 23 horas de viaje y 8 horas de sauna. Tal era nuestro estado que ni las mujeres se preocupaban ya de su aspecto... Por suerte el clima en la capital tucumana estaba mucho más agradable, una expectativa que no tengo para hoy. Son las 10 de la mañana y ya se siente el sol pesado en la espalda.

Estaba casando, así que decidí dejar la "experiencia camping" para otro día y me fui al Hostelling International local. Recién viniendo vi algo re loco, una caseta de policía en el medio de un cruce de calles, desde la cuál el poli dirigía el tránsito haciendo del semáforo que nunca hubo. Rarezas tucumanas. Estoy saliendo para conocer el centro y la famosa Casa de Tucumán, la de la moneda de 0,50 centavos, todo un hito patrio. También la plaza, la casa de gobierno y la catedral que ayer estaba a full porque parece que festejaban a la virgen.

Ya desde el NOA, desde el Jardín de la República, seguiré reportando.

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