Ayer visité las ruinas de los Indios Quilmes, los que dieron su nombre a la localidad bonaerense. Una llamita incrédula que se paseaba por las terrazas quilmeñas escuchaba junto a mí la historia de cómo este pueblo fue llevado a pié desde este norte tucumano al sur de la provincia de Buenos Aires. Fueron, según dicen, de los que más resistieron a la conquista español y tal castigo fue en represalia por ello.
La llamita decidió luego no acompañarme en los kilómetros de regreso a la ruta que me devolvió a Amaicha, donde todavía había sol, claro. Ideal para vos, Migue, que no aguantás los días soleados! El pueblito de Amaicha es muy tranquilo, da gusto pasearse al atardecer por las callecitas de tierra y levantar polvareda con cada paso. Hoy es mi última noche acá, me enganché con una gente buena onda de Flores con los que iremos hacia Cafayate (Salta, ahí vamos!!!). Espero probar buenos vinos y no marearme tanto como con las curvas de San Miguel a Tafí del Valle. :S
Seguiré reportando desde Salta, la linda, en breve.
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