4.3.11

Palpitando el Carnaval


El espíritu carnavalesco se respira ya en el Norte. Guirnaldas de colores, anuncios en cada pueblo sobre "El mejor carnaval del norte", convocatorias de copleros, algunos que ya se adelantaron y están embebidos en chicha desde esta mañana, gente ensayando, chicos sonrientes.

Ayer tuve la tentación de irme a ver qué tal andaban las cosas por Tilcara, pero finalmente decidí esperar hasta mañana, cuando me junte allá con el amigo Ramiro. Aproveché para ir a la Salina Grande, un hermoso lugar. Subí con un tipo muy simpático (les debo el nombre), pero que... ¡era amigo del hermano de Fortunato Ramos! Y de hecho, todo el viaje me puso el CD de este otro hermano músico ("Todos en el nombre tocan algún instrumento", reza el dicho). Por supuesto, que al final del camino me lo vendió, y valió la pena. El camino a la Salina fue bueno hasta la última media hora en que la altura me ganó la batalla y me iba durmiendo. La falta de oxígeno, me explicó "el amigo del hermano de...", subimos de 1500 a 4200 metros en poco tiempo.

En una ruta serpenteante, con huecos en los cerros que escondían todavía cartuchos de la dinamita utilizada para crear esa ruta. La Salina tenía varias pequeñas piletitas, donde uno podía ver el proceso de extracción de sal. Montañas de sal, mesas y sillas de sal, restaurant de sal y una llamita de sal, completaban el marco. La extraña sensación de perder la línea del horizonte, ahí donde cielo, tierra, agua y sal son todo lo mismo y te marean. Una muy buena excursión, altamente recomendable.

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