31.3.11
La suerte está echada
Hoy es la famosa entrevista de trabajo en Salta que ha revolucionado mi familia. Después de mucho pensarlo, decidí dejarlo librado al azar: iré a la entrevista y que la empresa decida. Como mis ganas de probar la experiencia de vivir un tiempo acá y mi amor por Buenos Aires están en un empate técnico, dejaré que el potencial empleador decida. Si me contrata, me quedo. Si no me tiene en cuenta, sigo viaje "Hacia el Norte" como anuncia este blog y como dejé de cumplir en el exacto momento en que llegué a la hermosa Salta.
Cualquiera sea el camino, salgo ganando. Trabajo y la experiencia de vivir afuera, por un lado. La experiencia de un viaje inolvidable que seguramente me tiene otras cuantas sorpresas, por el otro.
Mientras tanto, mi futuro inmediato me dice que hay un mate esperando.
28.3.11
Y si me quedo...
Volví de Tartagal, no alcancé a pasar por Orán y por Mosconi como quería. Volví a Salta capital, y volví de apuro. Y acá está la razón y la gran disyuntiva: me ofrecieron un trabajo. Si, algo tan simple y tan complejo.
Uno que venía en plan de viaje, de año sabático, de descanso, escapando de las responsabilidades, feliz con haberse sacado la Facultad de encima y, en el lugar menos esperado y en el momento menos esperado, me ofrecen un trabajo.
Salió, involuntariamente, (cuando no) a través del amigo Ramiro. Un amigo suyo le comentó que buscaba un diseñador para su empresa y salí sorteado.
Volví de Tartagal y no puedo dejar de pensar en eso: 1° es trabajo y una oportunidad de hacer experiencia laboral, 2° es la chance de vivir un tiempo fuera de Buenos Aires (y encima en una ciudad que me gusta), 3° Si no me gusta o no me lo banco, puedo salir corriendo :D.
Claro que está todo lo otro: 1° aunque todavía no me pasó, extrañar Buenos Aires, 2° estar lejos de la familia y los amigos de siempre, 3° que me guste demasiado y quedarme acá.
Probablemente especulo más allá de lo que importe o deba, al final es simplemente un trabajo que puedo agarrar o no. Pero, ¿quién me saca de esta duda?
24.3.11
Día de la Memoria en Tartagal
También acá, en Tartagal, se conmemora el Día de la Memoria. También acá hubo desaparecidos, torturados, secuestrados, asesinados. Por acá, incluso, pasaron muchos exiliados, camino a Bolivia y más allá, escapando del horror. Tanto como les cuesta a los porteños aceptarlo, o figurárselo, Tartagal es también Argentina y no TODO pasó en Buenos Aires. Acá se sufrió tanto como allá. La presencia del gobierno militar fue igual de despótica y sangrienta acá como en Buenos Aires y cualquier rincón del país.
Un día que desde siempre es para la reflexión, lo es aún más para mí estando lejos de mi ciudad y en otra zona de mi país.
Hoy, como siempre, ni olvido ni perdón, juicio y castigo. Nunca más.
23.3.11
Verde y Rojo, Tartagal
En Tartagal hay grandes letras de cemento en la entrada. Para sorpresa de nadie, dicen: TARTAGAL. Hay verde en los árboles y rojo en los ríos. Hay recuerdos de inundaciones terribles y de pescadores heroicos. Hay gente de todas las razas y colores y hay un espíritu solidario y colaborativo como en pocos otros lados donde haya estado.
Hay gas y petroleo, hay una Virgen de la Peña, hay mountain bike y los infaltables museos regionales y tradicionalistas. Hay un puente ferroviario que aprendí a apreciar más cuando vi el amanecer de ayer. Está María en el Hostel y sus desayunos que sirven para tener la panza llena hasta la noche.
Tartagal es una linda ciudad, más grande de lo que el porteño promedio imagina y más hermosa de lo que lo mismos salteños (Ramiro, Ezequiel) me la habían pintado.
18.3.11
Saliendo para el norte
Más al norte del norte, hasta el límite de Argentina con Bolivia y Paraguay, allá voy, a Tartagal. Espero conocer la selva, intentar pescar en el Bermejo, encontrar la tranquilidad que me espera en cada ciudad de Salta. Completar el álbum de diferentes paisajes de esta provincia, ahora que ya estuve desde Cachi a Cafayate, de San Antonio de los Cobres a Iruya.
Llevo un mp3 a todo, mucho folklore que me pasó el amigo Ramiro (un casi curso introductorio a Los Chalchaleros y al Cuchi Leguizamón), llevo mi libro de turno (terminé la historia de Guemes, ahora estoy con uno de poemas de Álvaro Yunque), llevo mis ganas de caminar y de conocer, llevo una brújula por si me pierdo y también mi celular. :)
Al regreso, siempre a Salta capital, veré si salgo para Bolivia y continúo viaje o si me quedo algún tiempo más en Salta. Queda tiempo de viaje, no tengo apuros.
17.3.11
De la lluvia a la lluvia
Todo indica que me voy para Tartagal. Aunque varios me advirtieron que en esta época es posible que encuentre tanta lluvia como la que me tocó desde que estoy en Salta capital. Pero me niego a guiarme por el tiempo, mucho menos por los pronósticos, en este viaje. La zona selvática tiene varias cosas interesantes: un destino no tan turístico, cercanía a dos fronteras (Bolivia y Paraguay) y una linda mezcla étnica.
Cerca de allí hay otros destinos que me recomendaron: Orán y General Mosconi. Sin hablar del turismo natural, la navegación del Bermejo y otros. Qué decirles, una vez más me convencieron. Cada salteño habla como un guía turístico y, la verdad, hasta ahora ninguno de los paisajes, pueblos, recorridos, me desilusionaron. Así que seguiré confiando y me iré pal norte, pa la selva y ahí les cuento.
Por ahora, paso las lluvias de acá, de la capital, qui siempre son un poco más tristes que las lluvias en la naturaleza. Quién sabe por qué!
Cerca de allí hay otros destinos que me recomendaron: Orán y General Mosconi. Sin hablar del turismo natural, la navegación del Bermejo y otros. Qué decirles, una vez más me convencieron. Cada salteño habla como un guía turístico y, la verdad, hasta ahora ninguno de los paisajes, pueblos, recorridos, me desilusionaron. Así que seguiré confiando y me iré pal norte, pa la selva y ahí les cuento.
Por ahora, paso las lluvias de acá, de la capital, qui siempre son un poco más tristes que las lluvias en la naturaleza. Quién sabe por qué!
14.3.11
Conociendo a Güemes
Estuve leyendo últimamente mucho sobre Güemes, el gran héroe salteño y, en especial, argentino. Es uno de esos próceres que rara vez nos muestran en la escuela, al menos en Capital. Es comprensible, era un hombre verdaderamente revolucionario, un conocedor de su tierra, un baqueano de los que Sarmiento despreciaba en "Facundo". Y cuando la historia oficial queda en manos de la línea Mitrista, no es raro que Güemes sea un marginado.
Cuenta este personajes con una curiosa historia. Identificado con Salta como está, mucho le debemos los porteños: participo en la reconquista de Buenos Aires durante las invasiones inglesas. Tiene además el curioso récord de haber abordado (al mando de la caballería) un barco inglés encallado en la costa de Buenos Aires. Se sobrepuso a una afección en la garganta (supuestamente derivada de la hemofilia) que le trajo dificultades en el hable y, en consecuencia, en el trato cotidiano con soldados. Sin embargo, el respeto por su figura no emanaba sólo de su voz.
Respetado por hombres ilustrados de la época y por el pueblo, soldado y gaucho, hombre de letras y hombre de campo, Güemes formó parte de la defensa del Norte Argentino y fue el hombre de campo de Belgrano en esas batallas. Su odisea en la "Guerra Gaucha" como se la denominó, quedó retratado no sólo en libros de historia sino también en una novela con el mismo nombre que escribió Leopoldo Lugones (que estoy leyendo en este momento) y en el primer éxito del cine nacional "La Guerra Gaucha" (1915).
Güemes, claramente, no tiene en la enseñanza porteña el lugar que tiene, afortunadamente, en Salta. Un lugar que se merece.
11.3.11
Salta capital y el regreso
Extraño, muy extraño este regreso a Salta capital. Parece casi como un final de viaje. Curioso, siendo que mi viaje no se terminará hasta que vuelva Buenos Aires, en algunos meses, supongo. Pero después del viaje a la hermosa Iruya, el paso carnavalesco por Jujuy (Humahuaca, Tilcara, Purmamarca), se siente como un regreso el estar de nuevo en Salta. No es para menos, es la ciudad donde más tiempo pasé en estos casi 4 meses de viaje. Volver a la casa de Ramiro, a los mates a la mañana, al barrio Castañares, a mis lecturas en los banquitos de la Plaza 9 de julio, se siente como un regreso.
¿Será señal de que ya es hora de que intente otra "escapada"? Tal vez deba hacer caso a los que me dicen que aproveche para conocer Orán, Tartagal, Mosconi y toda esa parte selvática. O a los que me insisten que no puedo irme de Salta sin pasar por Metán y Guemes. Todas son posibilidades válidas. Por otro lado está aquel potergado proyecto de mi viaje de llegar bien al norte (o lo más al norte posible, tampoco es que me alcance para llegar a Alaska); digamos Perú.
Por ahora estoy cómodo en Salta, me divierto, la paso bien y tengo buenos amigos que, mientras no vaya a ver a Antoniana (y me culpen de mufa), me aprecian. El tiempo dirá, por ahora disfruto el regreso, nobleza obliga, con unas empanaditas en la mano.
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10.3.11
Soltame, Carnaval!
Se fue nomás el Carnaval, y con esta entrada (la número 50 de este humilde blog) lo celebramos. "¡Soltame, Carnaval!" fue el grito de guerra y liberación de cabecera de esta fiesta. Algo curioso y simpático a la vez. Casi en el 90% de los casos, esta frase incluía ojos vidriosos, una lengua lentificada y pasos torpes. Por supuesto, no quisimos ser la excepción. Chicha de por medio, bastante poderosa y peligrosa para el que no bebe regularmente, se me pudo ver en Tilcara gritando esa y otras frases como: "Soltame, Pantalón" (en un intento por hacer el ridículo en público) y "Soltame, Ramiro" (cuando mi amigo evitaba la estupidez que estaba por hacer). Lo seguro es que la frase se me pegó y ahora estoy todo el tiempo buscando la situación para decir: "Soltame, ... algo".
Festejamos mayormente en las calles. Abrimos en un bar, cuyo nombre no recuerdo, como la mitad del carnaval, que se me pierde en delirios de chicha (si me permiten el término) y dormíamos en la casa de Juan, un amigo de Ramiro, nativo de Tilcara y carnavalero entusiasta. Vimos el desentierro, bailamos con algo parecido a una comparsa y escuchamo copleros con su caja, sorprendido personalmente por cuán hondo te puede llegar lo que canta una sola persona, no necesariamente afinada, con el simple acompañamiento de un redoblante de papel.
Se fue el Carnaval, volví a Salta y me propongo la engorrosa tarea de bajar las fotos de casi cuatro meses de viaje. Algún día tenia que hacerlo.
4.3.11
Palpitando el Carnaval
El espíritu carnavalesco se respira ya en el Norte. Guirnaldas de colores, anuncios en cada pueblo sobre "El mejor carnaval del norte", convocatorias de copleros, algunos que ya se adelantaron y están embebidos en chicha desde esta mañana, gente ensayando, chicos sonrientes.
Ayer tuve la tentación de irme a ver qué tal andaban las cosas por Tilcara, pero finalmente decidí esperar hasta mañana, cuando me junte allá con el amigo Ramiro. Aproveché para ir a la Salina Grande, un hermoso lugar. Subí con un tipo muy simpático (les debo el nombre), pero que... ¡era amigo del hermano de Fortunato Ramos! Y de hecho, todo el viaje me puso el CD de este otro hermano músico ("Todos en el nombre tocan algún instrumento", reza el dicho). Por supuesto, que al final del camino me lo vendió, y valió la pena. El camino a la Salina fue bueno hasta la última media hora en que la altura me ganó la batalla y me iba durmiendo. La falta de oxígeno, me explicó "el amigo del hermano de...", subimos de 1500 a 4200 metros en poco tiempo.
En una ruta serpenteante, con huecos en los cerros que escondían todavía cartuchos de la dinamita utilizada para crear esa ruta. La Salina tenía varias pequeñas piletitas, donde uno podía ver el proceso de extracción de sal. Montañas de sal, mesas y sillas de sal, restaurant de sal y una llamita de sal, completaban el marco. La extraña sensación de perder la línea del horizonte, ahí donde cielo, tierra, agua y sal son todo lo mismo y te marean. Una muy buena excursión, altamente recomendable.
3.3.11
Purmamarca
No pude resistir la tentación de esperar en Humahuaca y me vine a Purmamarca. Es cerquita, no más de una hora y monedas. Muchos que venían subiendo me hablaron de este pueblo que, cuando lo pasé en el micro no me pareció tan lindo como ahora que estoy acá. La postal del Cerro 7 Colores es impecable. La placita, pequeña pero coqueta, con artesanos y telas en mucho más que siete colores (piden foto para fondo de pantalla).
Aye me hice el "Camino de los Colorados", una vuelta bastante calurosa para hacer al mediodía. Subí después el 7 Colores y terminé (cuando no!) comiendo empanaditas en una especie de barcito que sólo proveía como bebida vino en cajita. Combinación letal (docena y media + cartón) que me dejaron durmiendo más de lo habitual en este viaje, hasta hace un ratito.
Estoy en un camping improvisado en el patio de una casa. Hay otros camping, no tan llenos ya que también ofrecen sus servicios, pero esta señora me compró con una pulida estrategia de márketing: "Acá si funciona el baño", dijo. Y no mentía.
Me hablaron de ir a unas salinas que hay cerca y de una supuesta caminata "alternativa" por los cerros, al otro lado de la ruta. Veré de probar esas alternativas hoy, si da el tiempo. Aunque a juzgar por el espíritu con el que me levanté, creo que estoy para pasar el día tirado en la plaza, tomando mate, como hacía en Cafayate.
1.3.11
Humahuaca
Van varios días de la llegada a Humahuaca. Estuve posteando poco porque vine a caer en lo que probablemente sea el peor lugar para alojar. Mi idea no es escrachar a nadie (cada cual sabe cómo atiende a sus clientes y los resultados que eso trae), pero fue decisivo en el hecho de que estuviera lo suficientemente incómodo como para no tener tiempo (ni ganas) de escribir. Ahora sí, reacomodado en un lugar más agradable y con un paso de emergencia por un camping bastante alejado de la ciudad (camino al mirador), vuelvo a contarles de mi viaje.
Humahuaca es una hermosa ciudad (¿o es pueblo?, nunca sé cuántos habitantes marcan la diferencia). Ayer cerré el día viendo la puesta del sol desde las escalinatas del Monumento de la Independencia, desde las que se puede ver toda la ciudad, con las luces de la Iglesita blanca que empezaban a asomar y los cerros que empezaban a oscurecerse alrededor. Una verdadera postal. Las callecitas empedradas, la peña de Fortunato (una noche de buena música y muy divertida), el Cabildo frente al cual -con el infaltable grupo de gringos- esperé la salida de San Francisco, la feria que cobra todo dos pesos más caros que en cualquier otro lugar que estuviese. Recuerdos de Humahuaca. El toque colonial es único y el espíritu festivo por el Carnaval que se acerca también contagia.
Veremos dónde nos agarra el Carnaval, acá parece ser el centro de la fiesta, pero el amigo Ramiro insiste con Tilcara, quizá vayamos a los dos carnavales, quizá conoce algo que sólo conocen los de la zona, quizá está enamorado de una mina de Tilcara y no me dijo. El tiempo dirá. Lo seguro es que ya me guardó lugar en el auto para volver a Salta capital después del Carnaval.
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